Mensajes de diversas orígenes

 

lunes, 9 de junio de 2025

Narración divina: El Juicio Final

Mensaje de Nuestro Señor y Dios Jesucristo a la hermana Beghe en Bélgica el 7 de junio de 2025

 

Mi Cielo está tan lleno de Amor que el mero hecho de estar allí es deslumbrante.

Doy Mi Amor a cada uno de Mis santos de una manera única, y ellos me responden perfectamente.

Yo, Dios, soy bendito; Mis santos me dan tanta alegría, tanto deleite, tanta cercanía, que me conmueven.

Sí, yo, Dios, puedo conmoverme tiernamente, y esto me sorprende.

Actúo en ellos y con ellos, unos con otros.

Cada uno, como Amor único, es tan importante para mí.

La atmósfera celestial es tan extraordinaria, tan hermosa, tan nueva, tan inesperada, tan contrastante y, al mismo tiempo, tan unificada, que Mis santos y Yo, Dios, nos regocijamos cada día con todo el bien que podemos hacer, con toda la belleza que podemos crear, con todas las maravillas que podemos contemplar y con todo lo que podemos ofrecernos unos a otros para nuestra felicidad.

Que la tierra fuera a imagen del Cielo en un universo material era el objetivo de Mi creación.

La tierra debía ser siempre bella, siempre protegida, siempre cuidada con respeto por su naturaleza, por su estado.

Estaba destinada a producir frutos siempre nutritivos, siempre equilibrados, y las criaturas que debía sustentar en su superficie serían, como ella, buenas, múltiples, variadas y siempre positivas.

Mirad cómo un animal que nunca ha conocido a un depredador es confiado, inocente, encantador.

La tierra estaba destinada a ser un cielo materializado, donde la bondad, la caridad, la dulzura, la confianza, la amabilidad y la seguridad serían la norma, y donde los seres humanos, sin imposiciones, se prepararían naturalmente para su futuro celestial.

Había preparado todos los elementos esenciales para el hombre, de modo que solo tuviera que hacerlos florecer con el fruto de su trabajo, pero este trabajo no debía ser agotador ni doloroso.

Todas las actividades debían ser medios para elevarlo en el conocimiento de Dios, en la cercanía a Dios, en la amistad con Dios.

Y luego, en el momento determinado por mí, lo sacaría del mundo material para llevarlo a mi cielo.

Estaba previsto que pasara un breve tiempo de adaptación en un lugar de transición, para acostumbrarse a este cambio, del mismo modo que un hombre enviado al espacio debe familiarizarse primero con la ausencia de gravedad en un entorno cerrado.

Este lugar de transición, tal y como era, desapareció, pero después del pecado original, tomó la forma del purgatorio.

El purgatorio es un lugar que desaparecerá al final del mundo, como muchos otros lugares del Más Allá, que están adaptados a la situación de la tierra y dejarán de ser útiles una vez que la tierra haya desaparecido.

Al final del mundo, tendrá lugar el Juicio Final, donde todos los habitantes de la tierra, de todas las épocas, se reunirán pero separados unos de otros según su naturaleza: los buenos estarán a la derecha de Dios, los malos estarán en otro lugar, sin lugar junto a Dios, pero aún presentes.

Estos últimos, ya juzgados en su juicio particular, ya conocerán su destino y se mostrarán muy hostiles en su presentación pública.

El Juicio General, o Juicio Final, será la restauración, a la vista de todos, de las injusticias, los engaños y las mentiras que han humillado o injuriado injustamente a los inocentes; es justo que esas mentiras sean denunciadas públicamente y que la indignidad injustamente atribuida a los inocentes sea eliminada ante el conocimiento de todos.

El Gran Juicio Final será motivo de gran alegría para los buenos, que verán sus recompensas a la vista de todos.

Los malos serán profundamente humillados, pero eso será problema suyo.

Estarán presentes, porque la justicia de Dios debe prevalecer; sabrán, como ya sabían en su corazón, y el oprobio ya no recaerá sobre los buenos.

Los buenos serán justificados ante todos, y su santidad será reconocida.

Serán alabados, felicitados y su alegría será inmensa.

Todos darán gracias a Dios y la alabanza divina estará en sus labios.

Dios abrirá entonces el cielo a los que ya estaban allí, y serán honrados con un nuevo esplendor, y los que entren allí estarán para siempre en la alegría, la gloria y la pureza divinas.

Después del Juicio Final, la Historia no termina, porque Dios es siempre nuevo, y sus cualidades y virtudes se renuevan constantemente...

Pero eso es otra historia.

Origen: ➥ t.Me/NoticiasEProfeciasCatolicas

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